Cariño en el Foro Puebla: una noche de gritos, baile y cero voces al final

Texto y Fotos: Itzel Anguiano

Lo que se vivió en el Foro Puebla fue más que un concierto. Fue una fiesta, un desahogo colectivo, una noche donde los gritos, el canto desafinado (pero lleno de emoción) y el baile sin parar marcaron cada minuto del show de Cariño, el trío madrileño que conquistó a Puebla desde el primer segundo.

El reloj apenas marcaba el inicio del evento cuando los primeros acordes pusieron al público de pie —literalmente. Desde el minuto uno, la conexión fue total. No hubo tiempo para calentar motores: el público enloqueció desde el primer beat, y ese nivel de energía no bajó en ningún momento.

Con una escenografía sencilla pero efectiva, y una vibra tan honesta como poderosa, Cariño le habló directamente al corazón de los asistentes. Cada canción fue recibida como un clásico, sin importar si era de su primer disco o de su más reciente material. “Bisexual”, “Si quieres” y “Te brillan” fueron coreadas con tanta fuerza que, para la tercera canción, más de uno ya estaba afónico.

Lo que se vivió en el recinto fue un karaoke multitudinario lleno de glitter, sudor, risas y abrazos entre desconocidos. El público no solo cantó: gritó, bailó, brincó, lloró y se entregó por completo. Nadie se quedó quieto, nadie se quedó callado. El Foro se convirtió en una pista de baile sin fin, y el grupo supo sostener esa energía con cada tema, cada interacción, cada sonrisa desde el escenario.

Una de las cosas más bonitas fue la complicidad entre banda y fans. Cada mirada, cada gesto, cada agradecimiento se sentía genuino. Se notaba que la banda lo estaba disfrutando tanto como el público, y eso hizo que todo fuera aún más especial.

El cierre fue apoteósico. Nadie quería que terminara. Los gritos de “¡otra, otra!” se escuchaban como si aún tuviéramos voz —aunque claramente ya no era el caso. Y sin embargo, seguimos cantando, sin voz pero con el corazón a todo volumen.

Lo de Cariño en el Foro Puebla no fue solo un concierto. Fue un recordatorio de lo que pasa cuando la música conecta, cuando las canciones cuentan nuestras historias y cuando las cantamos todos juntos como si fueran nuestras. Porque lo son.

Una noche mágica, ruidosa, sudada y feliz.
De esas que no se olvidan.

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