Día de Muertos, mesas repletas de comida, paredes decoradas con papel picado y caminos de cempasúchil que se extienden desde las puertas en la calle hasta los altares en el interior de las casas. Esta fecha es especial en cada rincón de México y en cada uno se honra de diferente forma. En San Cristóbal de las Casas, por ejemplo, el aire se viste con aroma a copal y entre el bullicio de los mercados que ocupan sus calles, la ciudad se sumerge en un colorido tributo que honra a quienes han partido.
Este año Tarumba, en el hotel Sombra del Agua, celebra el Día de Muertos con un “Sueño Eterno”, una cena que rinde homenaje a esta tradición. Bajo la dirección del chef Jorge Gordillo y su equipo, en este restaurante se hilan conocimientos que vienen de generaciones anteriores, de abuelas, madres y personas que han cocinado durante toda su vida. A partir de esos saberes, crean platillos que rememoran la gastronomía de este pueblo mágico.
La esencia de Tarumba es el orgullo por sus raíces y justamente por eso en esta ocasión Gordillo se unirá a Marco Vinicio, al frente de la cocina de Xut y quien también es originario de Ocosingo. El menú que ambos ofrecerán el próximo 2 de noviembre se compone de cinco tiempos y sus protagonistas son ingredientes de temporada y de la región, con el objetivo de ofrecer algo muy típico.
Sabores y saberes chiapanecos
La velada comenzará con una memela rellena de frijol fresco acompañada con una tinga de setas. El segundo tiempo será una sopa de calabaza de castilla complementada con cueza, como se le conoce a la raíz del chayote, aromatizada con zacate de limón.
El tercer plato es un homenaje a una de las tradiciones más arraigadas en Chiapas: los tamales. Como dato curioso, y a decir de Jorge, este estado cuenta con alrededor de 18 variedades. En esta cena los chefs ofrecerán uno de frijol fresco envuelto en hoja de momo. “Le vamos a agregar cecina encenizada y se bañará con agua de chile, algo muy tradicional de la región de los Altos, de poblaciones como San Juan Chamula”, señala el chef.
El guajolote prensado en cuadritos, bañado en mole negro de sapote y acompañado de puré de plátano, será el cuarto plato a disfrutar. Y para cerrar, un postre irresistible: profiterol que evoca un pan de muerto, relleno de calabaza con helado de mandarina confitada.
Además de estos platillos, se ofrecerá un coctel de bienvenida elaborado con pox, que es un fermento de salvado de trigo con piloncillo. Para los antiguos mayas esta bebida era medicina para el alma, la utilizaban en oraciones e incluso en ceremonias de curación.
Cada uno de estos platillos y elementos es un tributo tanto a los seres queridos fallecidos como a los que aún comparten la vida. Como parte de este homenaje, no puede faltar el altar, que no sólo se adorna con comida deliciosa de la región, sino con frutas de temporada: manzanas, mandarinas, guayabas, plátanos y zapote negro.
Tarumba se convertirá, una vez más, en un escenario donde las costumbres y la comida se fusionan para ofrecer a sus visitantes una forma diferente de honrar, conocer y reconocer las tradiciones de Día de Muertos.
Tarumba, un sueño eterno para celebrar la vida y la muerte